Casarnos en pandemia: el caos que nos cambió desde adentro
Nuestra historia no empezó con un “érase una vez”, sino con un “¿y ahora qué hacemos?”.
En febrero de 2020, nos casamos. Felices, soñadores, creyendo que ya estábamos listos para la vida. Pero la vida —como buena maestra sin filtros— no pregunta si estás listo. Y pocas semanas después, nos lanzó de cabeza al caos: pandemia, desempleo, convivencia forzada con familiares (gracias, los queremos, pero no era lo que esperábamos recién casados).
No estábamos solos, pero sí perdidos. Había amor, sí, pero también miedo, orgullo, inseguridades que todavía no sabíamos nombrar. Nos enfrentamos no solo al encierro, sino a nosotros mismos. Y eso, créenos, fue más difícil. En vez de apoyarnos, cada uno luchaba por su propio espacio, por sobrevivir a su manera. Enrique intentó de todo: vendimos comida, montamos un e-commerce, probó nuevos trabajos que lo llevaron de la euforia al colapso. Jen luchaba con ataques de ansiedad, dudas existenciales y esa voz interior que decía “esto no era lo que imaginaba”.
Fuimos cayendo y levantándonos, como si estuviéramos subiendo una montaña sin mapa. Cuando al fin vivimos solos y empezamos a trabajar desde casa, creímos que todo mejoraría. Pero no. Empezaron nuevas peleas, nuevas deudas, nuevos desafíos. Entonces entendimos algo: no era el trabajo, no era la casa, no era la pandemia. Éramos nosotros en el interior.
Eso cambió todo.
No de golpe. No mágicamente. Pero sí con pequeñas decisiones. Como cambiar una creencia. Como pedir perdón de verdad. Como empezar a sanar lo que no sabíamos que dolía. Hoy seguimos en ese camino. No hemos llegado (ni sabemos bien a dónde vamos), pero por primera vez sentimos que estamos caminando juntos hacia algo que vale la pena.
Y eso es lo que queremos compartir contigo aquí: nuestra historia real. Con todo y errores, risas, llanto y aprendizajes. Porque si nosotros estamos cambiando desde adentro, tú también puedes.

✨ Lecciones del camino
El verdadero caos empieza cuando te das cuenta de que el problema eres tú.
Durante mucho tiempo culpamos a la pandemia, al dinero, al trabajo, a la falta de espacio, a la familia, al destino… a todo menos a nosotros. Pero hubo un momento incómodo —y necesario— donde nos miramos de frente y supimos: lo que estaba roto no era solo lo de afuera, sino lo de adentro. Y aceptar eso fue como soltar una cuerda que llevábamos tensando desde el día uno. No fue bonito. No fue rápido. Pero fue el primer paso real. Porque no hay cambio externo sin revolución interna. Y la nuestra empezó justo ahí: en el momento en que dejamos de huirnos.
No se trataba de sobrevivir juntos, sino de sanarnos por separado.
Pensamos que “el amor todo lo puede”, que con estar juntos bastaba. Pero el amor sin consciencia se convierte en rutina, en reproche, en lucha. Lo que necesitábamos no era más amor, era más honestidad. Tuvimos que hacer pausas incómodas, dejar de culparnos, y empezar a preguntarnos: ¿Qué parte de mí está sangrando y por qué espero que tú la cures? Sanar no es un proyecto en pareja. Es una decisión individual que hace que, por fin, estar juntos no duela tanto.
El matrimonio no te cambia. Solo amplifica lo que ya no quieres ver.
Nos casamos pensando que íbamos a “empezar de cero”, que al vivir juntos todo sería más fácil. Spoiler: no. El matrimonio no vino con manual, ni con escudo. Solo hizo más evidentes las heridas, los miedos, los vacíos que cada uno traía. Es como encender la luz en una habitación que siempre estuvo desordenada: el desorden ya estaba, solo que ahora lo ves. Aprendimos a dejar de maquillar lo que sentíamos, a hablar de verdad, y a asumir que amar a alguien también es mirar su caos… y el tuyo.
El camino interior no tiene GPS, pero sí señales: cada quiebre es una pista.
No sabíamos a dónde íbamos, pero algo dentro nos decía que no podíamos seguir igual. Cada pelea, cada pérdida, cada caída era una señal. No para rendirse, sino para detenerse y entender. El “viaje hacia adentro” suena poético, pero en realidad es incómodo y caótico. Aun así, en medio del desorden, empiezan a aparecer pistas: una conversación distinta, una disculpa sincera, una decisión valiente. Y esas pequeñas cosas —cuando se acumulan— son las que te muestran que estás avanzando, aunque aún no sepas hacia dónde.
El camino interior no tiene GPS, pero sí señales: cada quiebre es una pista.
No sabíamos a dónde íbamos, pero algo dentro nos decía que no podíamos seguir igual. Cada pelea, cada pérdida, cada caída era una señal. No para rendirse, sino para detenerse y entender. El “viaje hacia adentro” suena poético, pero en realidad es incómodo y caótico. Aun así, en medio del desorden, empiezan a aparecer pistas: una conversación distinta, una disculpa sincera, una decisión valiente. Y esas pequeñas cosas —cuando se acumulan— son las que te muestran que estás avanzando, aunque aún no sepas hacia dónde.

✨ Llévate esto contigo
Las reflexiones sirven, pero si no se vuelven acciones, se quedan cortas. Si esta historia te tocó, haz que también te mueva. No tiene que ser perfecto. Solo real. Porque no estamos aquí solo para entendernos, sino para transformarnos.
🧭 Acciones para empezar el viaje interior
🔹 Primer paso (hoy):
Escribe una sola verdad que sabes que estás evitando mirar. No tienes que compartirla con nadie. Solo verla ya es empezar.
🔸 Segundo paso (reto semanal):
Hablen con su pareja (o alguien cercano) sobre una creencia limitante que hayan tenido. Escuchen sin corregir, solo para entender desde dónde viene esa creencia.
🔹 Tercer paso (hábito a construir):
Una vez por semana, pregúntate con honestidad: “¿Estoy huyendo de algo por dentro?”. Esa pregunta puede ser tu brújula. A veces responderla duele, pero más duele vivir sin saberlo.
📚 Recursos que recomendamos
No nos gusta recomendar cosas por recomendar. Pero estos libros llegaron justo cuando más lo necesitábamos. No nos cambiaron la vida de un día para otro, pero sí nos mostraron que el cambio empieza por dentro — y que vale la pena intentarlo.
📘 “Si yo pude, tú puedes”
Este libro fue como un empujón directo al corazón (y al ego). Nos hizo ver que no estábamos solos en esto de querer cambiar, pero no saber por dónde empezar. No tiene fórmulas mágicas, pero sí muchas verdades dichas sin rodeo. Fue incómodo en partes, pero necesario. Nos ayudó a entender que el cambio no es para los que “lo tienen todo claro”, sino para los que se atreven a mirar adentro.
Si estás en ese punto donde sabes que algo tiene que cambiar pero no sabes qué, este libro puede ser un buen primer espejo.
📘 “Pasos de gigante”
Este libro llegó cuando sentíamos que lo habíamos intentado todo y nada funcionaba. Lo bueno es que no te dice qué hacer, te invita a hacerte preguntas incómodas. Algunas nos costaron, otras nos abrieron los ojos. Lo leímos a ratos, no de corrido, pero cada capítulo nos dejaba pensando. Fue una guía práctica para empezar a tomar decisiones distintas, aunque pequeñas.
No es un libro para leer de una sentada, sino para usarlo como herramienta cuando sientes que te estás repitiendo.